Este trabajo no pretende ser exhaustivo –dada la complejidad y diversidad de las estrategias desarrolladas-, si bien pretende proporcionar una aproximación a la realidad de las buenas prácticas en este ámbito de manera que permita elaborar propuestas de mejora, retos futuros y definición de líneas de trabajo, así como promover el debate sobre ciertos aspectos vinculados a la prevención de las distintas modalidades de violencia sexual contra personas menores de edad. Para la identificación de buenas prácticas resulta pertinente la definición de criterios que permiten considerar como tal una determinada actuación. Por ello, se han tenido en cuenta los establecidos por la UNESCO1 en cuanto al cumplimiento de las siguientes características que debe reunir una buena práctica: 1) innovadora: desarrolla soluciones nuevas o creativas; 2) efectiva: demuestra un impacto positivo y tangible sobre la mejora; 3) sostenible: por sus exigencias sociales, económicas y medioambientales pueden mantenerse en el tiempo y producir efectos duraderos y 4) replicable: sirve como modelo para desarrollar políticas, iniciativas y actuaciones en otros lugares.
Subvencionado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.