La educación es uno de los derechos fundamentales de los seres humanos siendo el aprendizaje una de las dimensiones fundamentales de su ejercicio pleno. En este sentido, el papel de los docentes tiene una especial relevancia para contribuir a que las escuelas y aulas se conviertan en espacios dinámicos, creativos, facilitadores de los aprendizajes, promotores de valores de convivencia y ciudadanía. Deben ser espacios que innoven y ofrezcan respuestas pertinentes a las necesidades educativas de estudiantes, familias y comunidades.Por esta razón, la calidad y el compromiso de las y los docentes es una condición fundamental de la calidad y la equidad de los sistemas educativos. La preparación de las y los docentes implica, por lo tanto, el desarrollo de capacidades para promover el cambio y la innovación en las escuelas, alineando las políticas educativas nacionales con las necesidades y particularidades de los contextos escolares. Según la UNESCO (2014) “la innovación educativa es un acto deliberado y planificado de solución de problemas, que apunta a lograr mayor calidad en los aprendizajes de los estudiantes, superando el paradigma tradicional. Implica trascender el conocimiento academicista y pasar del aprendizaje pasivo del estudiante a una concepción donde el aprendizaje es interacción y se construye entre todos”.
Subvencionado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.