En su Informe “Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?” el Banco Interamericano de Desarrollo señala algunas cuestiones fundamentales sobre este tema que es capital para las personas jóvenes. En OIJ decidimos darle un enfoque de juventud y rescatar 5 aspectos fundamentales.
¿Trabajar o estudiar? Una decisión que deben tomar muchas personas jóvenes en América Latina y el Caribe.
Hoy las personas jóvenes enfrentan un mundo laboral cambiante que les demanda un conjunto amplio de habilidades y una alta capacidad de adaptación. Con el objetivo de aportar información útil para la gestión de políticas públicas que respondan a este desafío, el BID ha realizado el estudio “Millennials en América Latina y el Caribe”, en el que analiza barreras, oportunidades, decisiones y expectativas que inciden en las trayectorias educativas y laborales de jóvenes de 9 países de la región. ¿Qué hacen estos jóvenes? El 41% solo estudia; el 21% solo trabaja; el 17% estudia y trabaja; y el 21% ni estudia ni trabaja. Y, en promedio, 1 de cada 2 jóvenes de la muestra está activo laboralmente, el 38% se encuentra empleado y el 12%, desempleado. Asimismo, el 70% trabaja en el sector informal.
Las decisiones educativas y laborales juveniles están marcadas por el entorno que habitan
De acuerdo con el BID, el nivel socioeconómico de los hogares está relacionado con las decisiones de estudio y trabajo que toman las y los jóvenes. Esto, en tanto incide en las oportunidades de inversión en educación de las familias y en la decisión de cuándo se debe ingresar el mundo laboral. Así, por ejemplo, en todos los países las personas jóvenes que no estudian un trabajan hacen parte de hogares con menores recursos, mientras que quienes trabajan aportan ingresos importantes para las finanzas familiares. Así mismo, la edad se relaciona con el nivel educativo logrado. Los más jóvenes aún están estudiando y han completado menos años de educación, mientras que los mayores tienen más probabilidades de estar estudiando y/o trabajando y llevan más tiempo en el sistema educativo.
El trabajo de cuidados tiene gran peso en las trayectorias juveniles y desmitifica la categoría “nini”
Este estudio muestra que, con mayor frecuencia, quienes no están estudiando tuvieron un hijo en su adolescencia. Así mismo, son principalmente los hombres quienes solo trabajan cuando fueron padres tempranamente, mientras que suelen ser las mujeres quienes, siendo madres adolescentes, hoy no estudian ni trabajan.En este marco, en todos los países una abrumadora mayoría de jóvenes que no estudian ni trabajan realizan labores domésticas y dedican tiempo al cuidado de familiares, lo cual indica que los llamados “nini” sí participan, en general, de la fuerza laboral y no están en la inactividad absoluta. Por ello, como sugiere el BID, es necesario comprender mejor estas actividades para diseñar acciones más efectivas de insersión laboral.
La sobrestimación de sus capacidades y su fortaleza en habilidades blandas: dos características juveniles a resaltar
Los hallazgos de esta investigación muestran que más del 50% de jóvenes consultados perciben que su rendimiento escolar fue superior a la media. Esta percepción positiva de sus propias capacidades relativas les motiva a seguir con sus estudios y marcan sus aspiraciones educativas. Así, 3 de cada 4 jóvenes en todos los países aspira a graduarse de la educación terciaria. En cuanto a habilidades socioemocionales como la autoestima, la autoeficacia, la perseverancia y la determinación, el panorama es alentadora: en todos los países los indicadores se ubican en la parte superior de la escala de medición. Así mismo, las y los jóvenes son optimistas frente a su futuro, pero, en algunos países, una amplia fracción tiene información distorsionada frente al salario que podrán recibir al cumplir los distintos ciclos educativos.
Las políticas públicas tienen la posibilidad de alentar las aspiraciones juveniles y evitar la frustración
Según el BID, las políticas públicas impulsadas por los gobiernos de América Latina y el Caribe están teniendo efectos positivos en la empleabilidad y salarios de las personas jóvenes, en tanto facilitan la transición de la escuela al trabajo y generan contextos favorables para desarrollar sus capacidades. No obstante, los desafíos a futuro siguen siendo importantes en asuntos como: mejorar la calidad de la educación, el acceso y la cobertura; elevar el aprendizaje, con énfasis en habilidades cognitivas y socioemocionales; involucrar al sector privado para mejorar la empleabilidad y asegurar que los planes formativos sean pertinentes a la demanda laboral; fortalecer los programas de formación dirigidos a jóvenes en situación de vulnerabilidad; e impulsar los sistemas de orientación e información laboral.
Sobre todo, uno de los principales desafíos es comprender y atender mejor a las y los jóvenes, para que el optimismo que les caracteriza no se frustre y sus capacidades aporten a su propio desarrollo y el de sus comunidades.
Consulta el Informe AQUÍ.