La revolución digital está cambiando las estructuras empresariales, sociales y laborales de forma profunda y duradera. En su vertiente social y empresarial, todos somos protagonistas de cómo la innovación tecnológica está cambiando nuestra forma de comunicarnos y de relacionarnos con nuestro entorno. Por ejemplo, ya se habla de sociedad de servicios industriales, en vez de sociedades industriales, por la homogeneización que la digitalización está provocando entre los sectores, las personas y las empresas.
En el plano laboral, ha intensificado una tendencia de estancamiento de los salarios, de manera tal que la remuneración de los asalariados ya no es un mecanismo justo y equilibrado del reparto de la riqueza (algunos lo denominan la gran divergencia económica); y la otra es la de la fuerte polarización de la población laboral, en torno dos grandes grupos: un colectivo minoritario de trabajadores cualificados o muy cualificados, bien pagados y con derechos; y un segundo grupo, el mayoritario, de trabajadores con empleos poco cualificados, mal pagados, preca-rizados y con pocos derechos. En el medio, un colectivo menguante de trabajadores de mediana cualificación, con trabajos rutinarios en su mayoría, fácilmente reemplazables, en su totalidad o en parte, por un robot o por una aplicación digital.