2020 ha sido un año sin precedentes en cuanto a retos e interrupción de la educación y la formación. Los cierres casi universales de los centros escolares debido al brote de la COVID-19, desde mediados del mes de marzo y durante casi dos meses, afectaron a más de 95 millones de estudiantes y 8 millones de profesores a lo largo de la UE, en todos los niveles y sectores educativos. No obstante, gracias a los enormes esfuerzos realizados por el sector de la educación, los Estados miembros de la UE lograron garantizar la continuidad de la educación al pasar rápidamente al aprendizaje a distancia, a menudo tras unos pocos días o semanas. En el otoño de 2020, la inmensa mayoría de los Estados miembros ha puesto de nuevo en marcha la enseñanza in situ, en la mayoría de los casos bajo estrictos requisitos de seguridad y con escenarios de contingencia que han hecho que la vuelta resulte difícil desde el punto de vista tanto pedagógico como organizativo.La desigualdad en el acceso al aprendizaje a distancia, la calidad y el bienestar han sido las preocupaciones principales. Los primeros informes señalan una variación importante en términos de acceso al aprendizaje a distancia, tanto entre los países como en el seno de los mismos. Mientras que en algunos Estados miembros la cobertura fue casi universal (por ejemplo, en Eslovenia no se pudo llegar a menos del 2 % de los alumnos), en otros, un porcentaje significativo de alumnos se quedaron sin educación (por ejemplo, 48 % de alumnos en Italia). Entre los motivos de la exclusión estaban la falta de dispositivos, la inadecuación de las conexiones a internet y/o situaciones de dificultad en el hogar, y muchos Estados miembros distribuyeron tabletas y ordenadores portátiles para colmar estas lagunas. Las prácticas docentes también variaron significativamente entre los centros educativos incluso en el seno de los países, lo que dio lugar a desigualdades en cuanto a la calidad de la enseñanza. Las encuestas y los resultados iniciales de investigaciones estiman que el cierre físico de los centros educativos puede influir en los resultados del aprendizaje, debido a la pérdida de tiempo lectivo y a la reducción del contenido pedagógico.
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