En las últimas décadas asistimos a un proceso intenso y acelerado, a escala mundial, de cambios con hondas repercusiones en la economía, el trabajo y la sociedad. Las profundas transformaciones derivadas de la aplicación de las nuevas tecnologías, y especialmente de la tecnología digital, se proyectan en la aparición de nuevos productos y servicios, pero también en la mutación en las formas de organizar el trabajo y la producción. Dichos cambios tienen lugar dentro de un contexto de economía fuertemente globalizada y abierta, junto con una gran expansión de la economía financiera, todo ello a impulso del desarrollo de las TIC (digitalización financiera y comercial), y de factores de tipo institucional, fundamentalmente la apertura comercial de las economías. La transnacionalización económica se asienta, a su vez, en gran medida en una fragmentación productiva expresada en las cadenas globales de valor organizadas en torno a grandes empresas transnacionales, que genera al menos dos efectos bien conocidos: la deslocalización de actividades desde economías desarrolladas a economías emergentes, y la creciente exigencia de competitividad en esas cadenas que, al mismo tiempo, presiona por una mayor innovación tecnológica en los procesos productivos.
Subvencionado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.