El VII Informe FOESSA fue publicado en el momento más difícil de la Gran Recesión, en el año 2014; sin embargo, no era un informe de coyuntura, sino un testimonio en directo de cómo se iba transformando la estructura social de este país como consecuencia de un modelo de sociedad que había roto el con-trato social que se mantenía como la base de la estructura del bienestar. A la par que cuantificábamos los daños de la crisis, dábamos cuenta del tránsito de un modelo de integración precaria a un modelo de privatización del vivir social. La experiencia de recesiones anteriores nos mostraba que sin una alta inversión en recursos sociales los aumentos de la pobreza que suceden a los cambios de ciclo podrían convertirse en estructurales y, además, no tener vuelta atrás en el corto plazo. Y, desgraciadamente, eso es lo que ha sucedido de nuevo. El VIII Informe FOESSA, de este año 2019, da cuenta de las secuelas de los últimos diez años en términos de cohesión social después de un período de recuperación económica. Pero no renuncia a la caracteri-zación de cómo se ha producido la transición de nuestro modelo social y en definir sus principales ras-gos. Es un informe de la postcrisis, pero simultáneamente podría ser un informe de la precrisis en la que nos encontramos. En el año 2014 hablábamos del creciente proceso de dualización social. Una de cada cuatro personas se encontraba en el espacio de la exclusión social. Hoy la recuperación económica y del empleo, aún en su versión precaria, ha conseguido reducir la materialidad de la exclusión, pero no la ero-sión del ámbito de los derechos.
Subvencionado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.