Las empresas como organizaciones sociales se definen como conjunto de experiencias, costumbres y experiencias que caracterizan un modo de hacer y de actuar en un contexto socioeconómico y cultural determinado. Estas características definitorias de la empresa y, que la hacen perfectamente reconocible en el entorno en el que actúa, es lo que se define como cultura empresarial, cultura organizacional o cultura corporativa. La cultura de empresa está entonces identificada por unas formas de actuar compartidas por todos los miembros que forman parte de la organización y forma parte de los procedimientos, objetivos y percepción que de la empresa se tiene en el contexto socioeconómico en el que actúa y desarrolla sus actividades. La cultura de cada empresa forma parte y es un rasgo diferenciador con respecto a la competencia y sirve para y sirve para destacar frente a otras muchas empresas.
La cultura de empresa puede comunicarse y analizarse ya que definen e inspiran procedimientos de gestión e igualmente puede sentirse porque forma parte de los valores, creencias y actuaciones de los miembros que forman parte de la empresa. Tampoco es un hecho inamovible, sino que puede y debe evolucionar con el tiempo para adaptar las empresas a las nuevas necesidades de los mercados. La cultura de una empresa se vive y también se conoce y sirve para favorecer la integración de los empleados en una forma de hacer las cosas.
El desarrollo de la cultura de empresa se ha convertido en un reto para las propias organizaciones. Además, una cultura empresarial no tiene nada que ver con el tamaño o el número de empleados. Es cierto que a las entidades con mayor número de empleados le puede llegar a facilitar e integrar la forma de hacer las cosas y sirve como elemento de vertebración, pero también a las empresas pequeñas les permite identificarse en los entornos cada vez más competitivos y les ayuda a diferenciarse.
La cultura empresarial se puede definir como “el conjunto de normas, de valores y de formas de pensar que caracterizan el comportamiento, posicionamiento del personal en todos los niveles de la empresa, el estilo de dirección, la forma de asignar los recursos, la forma de organizar la esa corporación, así como la imagen de la empresa”, según explican Leyva Granados y Yuliana Azucena en su trabajo Desarrollo de una cultura empresarial contra el paradigma de las agencias publicitarias.
La cultura de la empresa es en definitiva la capacidad de organizar y dar sentido al comportamiento y la estructura organizacional que son «generados y compartidos» por la organización para tratar de «alcanzar los objetivos» que justifican la existencia de esta. Por ello, todo el que pertenezca a la organización debe ser “enculturado” en la cultura propia de la organización. La cultura empresarial se cimenta en la interacción entre los líderes, el contexto y la propia visión que tienen todos de los misiones, valores y objetivos que deben definir la acción de las empresas. Por eso las formas de enculturar, socializar o formar a los empleados se ha convertido en un instrumento de integración, cohesión y definición fundamental para todas las empresas y deben adjudicarse una misión y unos valores para su propósito.
La formación interna en las empresas debe compaginar tanto el esfuerzo por transmitir la cultura de la empresa como en la adquisición de las competencias necesarias para el desempeño de los diferentes puestos de trabajo. Ambos enfoques son necesarios y son importantes para asegurar la supervivencia de la empresa.
El aprendizaje de la misión, valores y objetivos de la empresa pueden ayudar a que los empleados:
- Tengan una mejor integración en las estructuras de la empresa.
- Aumenten los niveles de participación e implicación en los diferentes niveles de la organización.
- Se puedan analizar mejor las diferentes situaciones y toma de decisiones.
- Mayor implicación de los empleados en la gestión de la calidad.
- Favorece una mejor adaptación de las empresas a las necesidades de su entorno.
- Aumentar las ventajas competitivas de la empresa.
La cultura empresarial o corporativa es un importante recurso estratégico para aquellas entidades que apuesten por integrar a los empleados e incluso a los clientes en un modelo de gestión que guía y ayuda a la forma en que la empresa desarrolla sus tareas y es capaz de comunicarla. Los elementos que intervienen en la creación y desarrollo de la cultura corporativa o de la empresa son los siguientes:
- Los líderes.
- La comunidad.
- Los clientes.
- Los proveedores.
- El tamaño de la organización.
- Los aspectos tecnológicos.
- Las redes de comunicaciones informales.
Para lograr impulsar una cultura de empresa o corporativa eficaz y que ayude al desarrollo tanto del negocio como de las personas hay algunas claves:
- Invertir en las personas. Creer en el principal activo de una empresa es apostar por las personas, su satisfacción, facilitar sus tareas y cometidos, una adecuada formación al nivel de las tareas que tienen que desarrollar en la organización. Los empleados son quienes transmiten la imagen de la empresa y por tanto son los primeros que hay que cuidar. La estrategia no sirve de nada si no tenemos un equipo de personas formadas, motivadas y organizadas.
- Desarrollar los canales de comunicación: las empresas deben construir redes y canales de comunicación ágiles, rápidos y eficaces. Estas redes deben garantizar que la información fluya de manera adecuada y que llegue a tiempo a los que tienen que tomar decisiones.
- Aprovechar todos los canales para transmitir los valores de la empresa de manera permanente a los empleados, proveedores, clientes, comunidad, mercados etc.
- Alinear la cultura de la empresa con los objetivos y la forma de gestionar y hacer las cosas: dotarnos de coherencia
Artículo de Pedro Maya Álvarez, Director Técnico de Divulgación Dinámica S.L.